Ven conmigo

de Catalano, Ángel B.

Ven conmigo necesito que comprendas,
Lo que siente quien encuentra una verdad,
Caminando por la senda polvorienta,
Meditando como duele no llegar.

Lo telúrico quemándome las venas
Como roja llamarada de un volcán,
Me estremece y me despierta del letargo,
Cual si fuera un habitante secular.

Ven conmigo, Ven conmigo,
Que la magia de la vida es nada más
Que ser bueno y creer en el eterno,
Patrimonio del continuo trabajar,
Es feliz aquel que sabe que sus manos
Son capaces de crear y modelar.

Ven conmigo mira la naturaleza,
La armonía es su triunfo singular,
Cada piedra, cada flor, una belleza,
Por sencilla maravilla magistral.

Contemplemos las estrellas, mira al cielo,
Cada una es la réplica del sol,
Y en la música estupenda de los astros
Hallaremos la suprema vibración.

 

Soñando

de Catalano, Ángel B.

Le miró las manos ¿En cuales pensaba?
Y se fue en el tiempo, pensando, soñaba.
Caminando un día, la vio que pasaba,
Grácil su figura, la mujer ansiada.

La siguió en silencio, comparó su altura,
Intuyó su cuerpo, su fina cintura.
No quiso alcanzarla, continuó el ensueño,
Con sólo apreciarla se sintió su dueño.

Su pollera amplia, su cabello rubio,
Su andar pausado, él vivía otro mundo.
Le miró las manos, blancas, con estilo,
Surgieron palabras y un mismo camino.”

Hoy, despierto en casa, la besó muy calmo,
Ya no eran los mismos, pero sí, sus manos…

Mensaje a Polonia

Era el año 1981 cuando yo visité Varsovia, en Polonia, acompañando a mi marido a un Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos. Los alumnos ganadores de un concurso de arquitectura organizaron, a su vez, un certamen para los asistentes al Congreso y sus acompañantes, con el tema: «Impresiones sobre el Congreso y sobre Polonia «.

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Carta a Raquel

de Murcho, Alejandra Mercedes

 

Mi querida Raquel:

Hace tiempo que busco el momento para escribirte,trato de descolgarme de la vida para hacerlo y siempre una ráfaga de exigencias cotidianas me atan sin respiro y dejo de concretarlo. Además mis movimientos son cada vez mas lentos y torpes, y los chicos no se  cansan de pedirme y exigirme más, como si eso los hiciera olvidar de mis piernas en decanso eterno. Pero voy al punto que me dio lugar para dejar todo de lado y contarte. Por las tardes, Felisa me lleva a pasear, para que no deje de saber cómo es la vida fuera de casa, nuestros paseos no son muy alejados de esta, pues si no la pobre Felisa va perdiendo peso, mientras que yo lo sumo.

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