El silbido

De Sujeto y Predicado, de
Carlos Enrique Urquía.
Buenos Aires, 1974.

 

Cuando el barrio se acuesta
yo desato la noche.

En las encías negras las estrellas
la luna bañista blanca y sola.

Los ruidos han doblado las esquinas
sólo el grillo se quema.

La calle retrocede y pierde pie
con paso agrario piso las baldosas.

La casa cerca y lejos
solas, muchas.

El silbido de un tango las ensarta.

 

 

 

Ser cardinal

De Sujeto y Predicado, de
Carlos Enrique Urquía.
Buenos Aires, 1974.

 

Yo nací cardinal. Traigo este beso
con la forma del mundo, su o de arena
y este puño civil, puño con pena,
y este pie para andar, amor y hueso.

Y respiro hacia afuera, y es por eso
que voy hacia tu pecho. La serena
consistencia del hombre y su cadena
me da su referencia y soy su peso.

Y por ser cardinal no tengo orilla,
y es inminente el salto de la estrella
en el envase linde que es la cosa.

Asido de mi mano, amor y arcilla,
arrojo al mar redondo la botella
y naufrago en el triunfo de la rosa.

 

 

A la soledad

de Betti, Atilio

De Maese Amor – La Jarrita de Asís,
de Atilio Betti. Torres Agüero Editor, 1993

 

¿Cómo se tejen, soledad, los árboles,
a solas, con su cuesta de silencio?
¿Cómo se cruzan, soledad, los ríos
sin un saludo de color?, y el viento,

que se estremece en los paisajes solos,
sin una fronda al pie que lo detenga,
¿cómo se mueve, soledad, qué olvido
de su andar solitario lo renueva?

¿Cómo se funden, soledad, las gotas
del agua con el agua, si no buscan
los imposibles bordes de la forma?

¿Y cómo, soledad, frágil, sin una
asistencia de amor que te responda
perseveras, tan sola, y te consumas?

Amersfoort, Holanda

 

La madre

de Urquía, Carlos E.

De “Sujeto y Predicado”, de Carlos Enrique Urquía.
Buenos Aires, 1974.

(Seleccionada por María Elena Walsh para
una edición de homenaje a las madres,
Editorial Sudamericana).

 

El patio en una sola mano.
De este lado
De este otro
De arriba también
Que no se escape.

El patio con un solo ojo
La mirada como una soga
O un alambre
Las plantas
El aire
La silla
La mesita
Atados y unidos
Bien fuerte.

El patio con una sola vida
Mi madre en el centro
Gran jefa de la bondad
Y de la justicia
El cielo
Como una bufanda
Para abrigarla.

El mundo para ella
Porque lo inventó.

Laberintos de sangre

de Doyle, Liliana S.

Mención Especial en el certamen bi-nacional
argentino-chileno en homenaje a Pablo Neruda.
Publicado en la Antología Poética I de Chile de
Poetas del Mundo Unidos por la Paz.
(Edición internacional)

Busco tu cuerpo y te recorro
desde la oscura cavidad del beso
hacia lentos espasmos del deseo.
Laberintos de sangre que nos llevan
más allá de la muerte
hacia la guerra
infinita del sexo.
Piel contra piel olvidando la sombra.
Labio sobre labio en el deseo.
Ansiedad confundiendo los dos cuerpos
para negar la ausencia y la distancia,
para tender un puente entre dos islas,
para cerrar la herida de la angustia,
de soledades sueltas en el mundo
vagando erráticas, sin rumbo.
Trampa de amor.  Absurdos mecanismos
con que la vida eterna nos convoca
para vencer así negros abismos.