La madre

de Urquía, Carlos E.

De “Sujeto y Predicado”, de Carlos Enrique Urquía.
Buenos Aires, 1974.

(Seleccionada por María Elena Walsh para
una edición de homenaje a las madres,
Editorial Sudamericana).

 

El patio en una sola mano.
De este lado
De este otro
De arriba también
Que no se escape.

El patio con un solo ojo
La mirada como una soga
O un alambre
Las plantas
El aire
La silla
La mesita
Atados y unidos
Bien fuerte.

El patio con una sola vida
Mi madre en el centro
Gran jefa de la bondad
Y de la justicia
El cielo
Como una bufanda
Para abrigarla.

El mundo para ella
Porque lo inventó.

Laberintos de sangre

de Doyle, Liliana S.

Mención Especial en el certamen bi-nacional
argentino-chileno en homenaje a Pablo Neruda.
Publicado en la Antología Poética I de Chile de
Poetas del Mundo Unidos por la Paz.
(Edición internacional)

Busco tu cuerpo y te recorro
desde la oscura cavidad del beso
hacia lentos espasmos del deseo.
Laberintos de sangre que nos llevan
más allá de la muerte
hacia la guerra
infinita del sexo.
Piel contra piel olvidando la sombra.
Labio sobre labio en el deseo.
Ansiedad confundiendo los dos cuerpos
para negar la ausencia y la distancia,
para tender un puente entre dos islas,
para cerrar la herida de la angustia,
de soledades sueltas en el mundo
vagando erráticas, sin rumbo.
Trampa de amor.  Absurdos mecanismos
con que la vida eterna nos convoca
para vencer así negros abismos.

 

Galopando

de Doyle, Liliana S.

 

Galope.  Libertad y el ancho cielo.
(Quiero beberme el viento ).
Quiero saciar mis ansias de infinito
en un galope eterno.
Meterme entre los ojos el paisaje
como un paisaje interno
porque la tierra crece con mi sangre
y se aferra a mis huesos.
Soy lo que soy porque crecí con ella.
Soy parte de la tierra como el árbol,
como un yuyo tenaz, como una garra
apretada a su entraña.
Soy tierra que camina con el viento
que me lleva muy lejos.
Soy símbolo y pasión.
Soy solo un eco
que se ensancha a caballo con el viento

 

Soneto I

de Doyle, Liliana S.

 

                      … Si no alcanzo con la mano,
¡ya alcanzaré con gritos!
Blas de Otero
Un bosque de preguntas en mi mente.
Una chispa de fuego en mi costado.
Un ansia de vivir eternamente
o de ser para siempre recordado.
Un inquieto deseo de demente
de vivir, de gozar, del ignorado
misterio de una vida omnipresente
descubrir en las fuentes del pasado.
Pero nada se explica.  Solo el eco
de mi voz se desvive y se derrama
con áspero regusto de infinitos.
Solamente sentir.  Como un muñeco
que articula sus miembros y que clama
con su voz ancestral, llamando a gritos.

 

Remolinos

de Doyle, Liliana S.

 

Del libro Remolinos de sangre y de papel.
Poema premiado por la Municipalidad de
San Fernando, en el Primer Certamen Municipal de
Poesía y Narrativa, año 2014. Dicho premio consistía
en la publicación de un libro inédito.

 

 

Remolinos de río. Remolinos de vida.
Remolinos de tiempo que se escurre en las manos.
Es la vida tan corta.  Es tan corta la vida
y el tiempo se desliza como agua entre las manos.
Camalotes azules que van a la deriva
entre el agua leonina y los peces gitanos,
MI barca se estremece y tiembla, consumida
por el viento incesante que agita a los humanos.
El río nos invita a la pausa y la calma.
Nos envuelve en su seno y nos lleva al ocaso.
Su sutil melodía que se escucha en el alma
deja un sabor tan áspero y gris como el fracaso.
La esperanza de ser y el dolor de haber sido.
La nostalgia se enreda aferrada a sus lazos.
Su canto de sirena nos invita al olvido
y a deshacer el tiempo en remotos retazos.
Seguir el remolino es abrirse a la vida
que gira, gira y gira, victoriosa y vencida.